VOX: Extrema derecha.
P. POPULAR: Derecha.
CIUDADANOS. Centro derecha.
PSOE: Centro izquierda.
PODEMOS: Extrema izquierda.
Considero a VOX un partido de extrema derecha, aunque no es lo mismo que el franquismo, que fue una dictadura. Y además, de momento, acepta las reglas de la democracia. Una de sus aspiraciones más radicales e involucionistas es el deseo de suprimir las Autonomias e imponer un estado central. Eso puede funcionar en países más homogéneos como Francia, por ejemplo; pero en España existe mayor diversidad cultural. No obstante, las Autonomías tienen que funcionar mejor y coordinarse con el Estado central, para evitar la duplicidad de las gestiones administrativas y simplificarlas en aspectos tales como el mercado y las inversiones financieras; y así las empresas y grandes multinacionales puedan instalarse en nuestro territorio, y no huyan a otros mercados. También algunos ministerios como Educación, o Información, deben tener mayor peso en detrimento de las Autonomías, para que los nacionalismos periféricos no lo aprovechen en crear nuevos prosélitos, o tergiversar la historia de España.
El P. Popular con Casado ha virado a la derecha, por querer competir en el espacio electoral de VOX. El PSOE con Pedro Sánchez se ha movido a la izquierda, por la posición de aquél con respecto a los nacionalismos: podría llegar a pactar con ellos si lo necesitara, como ya ha demostrado una vez. Intentaría promover algunas reformas del Estado Autonómico para satisfacerlos, pero sería una situación muy difícil para él, porque los nacionalistas catalanes son insaciables, y ya sólo digieren el menú de la independencia. Además, en este caso, el P. Socialista de Cataluña jugaría su propio papel. Recordemos que la vieja guardia del PSOE (Felipe Gonzálex, Alfonso Guerra...) son partidarios de la unidad de España y del actual Estado.
A Podemos lo considero un partido de extrema izquierda, porque algunos de sus planteamientos son radicales y arriesgados. Dicen querer negociar un referéndum para Cataluña, sin mencionar antes alguna reforma de la Constitución, o un nuevo enfoque de las Autonomías: sería el principio del desguace del puzzle de España, vendrían otras después... También quieren erradicar la monarquía. Es sabido que la forma de Estado, ya sea monarquía o república, no influye en la prosperidad de las naciones. Ahí tenemos a Dinamarca, Suecia, Noruega, Japón..., que son monarquías y están a la cabeza del mundo en política social y económica; y por el contrario, hay repúblicas que sufren inflación y pobreza. También hay que pensar que un presidente de república, con su séquito no iban a salirnos gratis. Sería un debate vano que radicalizaría aún más la vida política, con la consiguiente inestabilidad; y un obstáculo para el progreso social y económico. Y además, un debate innecesario, porque la actual monarquia ha heredado todas las aspiraciones de la II República.
Hagamos memoria: La II República española fracasó esencialmente porque hubo pocos líderes políticos con altura de miras para saber evitar los enfrentamientos radicales, y aceptar las bases de la democracia liberal, que es lo que ha demostrado mayor prosperidad y paz en las naciones. Ahora el contexto europeo y mundial no es el mismo que en la época de entreguerras, por lo que es bastante improbable que se repita una contienda civil. Pero los políticos deberían ser más responsables y menos egocéntricos; preocuparse por mejorar la vida de los españoles en cuestiones de mayor relevancia: desempleo, vivienda, juventud... Eso es lo que espera la ciudadanía. Para ello los líderes políticos necesitarán altura de miras y pensar en la delicada situación que actualmente se vive en España.
El P. Popular con Casado ha virado a la derecha, por querer competir en el espacio electoral de VOX. El PSOE con Pedro Sánchez se ha movido a la izquierda, por la posición de aquél con respecto a los nacionalismos: podría llegar a pactar con ellos si lo necesitara, como ya ha demostrado una vez. Intentaría promover algunas reformas del Estado Autonómico para satisfacerlos, pero sería una situación muy difícil para él, porque los nacionalistas catalanes son insaciables, y ya sólo digieren el menú de la independencia. Además, en este caso, el P. Socialista de Cataluña jugaría su propio papel. Recordemos que la vieja guardia del PSOE (Felipe Gonzálex, Alfonso Guerra...) son partidarios de la unidad de España y del actual Estado.
A Podemos lo considero un partido de extrema izquierda, porque algunos de sus planteamientos son radicales y arriesgados. Dicen querer negociar un referéndum para Cataluña, sin mencionar antes alguna reforma de la Constitución, o un nuevo enfoque de las Autonomías: sería el principio del desguace del puzzle de España, vendrían otras después... También quieren erradicar la monarquía. Es sabido que la forma de Estado, ya sea monarquía o república, no influye en la prosperidad de las naciones. Ahí tenemos a Dinamarca, Suecia, Noruega, Japón..., que son monarquías y están a la cabeza del mundo en política social y económica; y por el contrario, hay repúblicas que sufren inflación y pobreza. También hay que pensar que un presidente de república, con su séquito no iban a salirnos gratis. Sería un debate vano que radicalizaría aún más la vida política, con la consiguiente inestabilidad; y un obstáculo para el progreso social y económico. Y además, un debate innecesario, porque la actual monarquia ha heredado todas las aspiraciones de la II República.
Hagamos memoria: La II República española fracasó esencialmente porque hubo pocos líderes políticos con altura de miras para saber evitar los enfrentamientos radicales, y aceptar las bases de la democracia liberal, que es lo que ha demostrado mayor prosperidad y paz en las naciones. Ahora el contexto europeo y mundial no es el mismo que en la época de entreguerras, por lo que es bastante improbable que se repita una contienda civil. Pero los políticos deberían ser más responsables y menos egocéntricos; preocuparse por mejorar la vida de los españoles en cuestiones de mayor relevancia: desempleo, vivienda, juventud... Eso es lo que espera la ciudadanía. Para ello los líderes políticos necesitarán altura de miras y pensar en la delicada situación que actualmente se vive en España.